domingo, 28 de agosto de 2011

Hay días en los que no pasa absolutamente nada
y hay días en los que pasa absolutamente todo
y un cerebro no puede aguantar ninguno.
Demasiadas cosas
o demasiado aburrimiento.
Una litrona se te hace larga
o no significa absolutamente nada.
Como los adivinos de la tele
todo esta muy trasnochado
y parece ser muy ambiguo o
extraño (en su peor significado).
Nada se adivina en el color del vaso.
A veces el alcohol y la luna mienten
es triste, pero sucede,
por mucha verdad que diga un borracho
hay cosas que no se comprenden nunca.

Las esperas se hacen largas
y los destinos demasiado cortos.
Aunque estés mil años oteando al horizonte,
un sueño que se cumple
deja de ser un sueño
y se convierte en un recuerdo,
deja de ser camino
para convertirse en una postal en blanco y negro.
O hay sueños que no se cumplen
y también cuentan como recuerdos,
como postales de un lugar donde no se ha estado.
Arrinconándose en la memoria
cogiendo polvo como los trastos que nunca se han usado.

Y ni estar andando a mil caminos distintos
parece ser sano últimamente
cuando no llegas a ninguno.
Y cuando llegas es mejor con
una medio sonrisa en los labios.
Entreviendo un "Yo no prometo nada"
porque no están las cosas para despilfarrar nada.
Entrar con la cabeza gacha
y el sombrero en la mano
pero pegar el que mas fuerte
para llegar mas lejos.
En nuestra casa y bajo llave
tenemos guardadas las proezas
de nuestra alma solitaria,
y en los balcones oxidados
trofeos de gloria
que se caen a pedazos.

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