martes, 25 de octubre de 2011

Capitulo 2 EL SKALD (1)



EL SKALD

"Los únicos huesos que se entierran en las criptas
de los Heldanar son sus armaduras.Sus cuerpos
llacen en lo alto de las montañas, consumiéndose
por el frio de la Dama del Norte. Con ella se reúnen
en el palacio de la Espita de las Lagrimas Congeladas,
desnudos, tal y como Ella los creó."

Semptentrio Heldanar Codicis. 
Leo Pelayo, Cronista de Real de Viento Oculto.

Cruak 'n' Morrey apoyaba el peso de su cuerpo en una pierna después en otra y suspiraba para sus adentros. Llevaba mas de una hora de pie en la sala de audiencias entre el resto de la nobleza de las tribus Heldanar. Se había declarado la guerra apenas unos días antes, pero a diferencia de su país vecino, Viento Oculto, esta no era una guerra civil, si no una guerra contra una amenaza externa, que avanzaba sin piedad acabando con villas y aldeas enteros. Los Heldanar ya le llamaban "El Ejercito de la Sangre" y huían despavoridos hacia las fronteras.

Hacia cientos de años que no se coronaba a un rey Heldanar, para que gobernara sobre todas las tribus Heldanar y hacía también décadas que el Consejo de Guerreros y el Consejo de Sabios no se reunía. Estos dos últimos órganos de la sociedad Heldanar consideraban mas prioritario actuar para salvaguardar la nación en este estado de excepción que coronar a un rey en medio de la destrucción. Las coronas podían esperar Heldanar no.

El consejo se reunió en la Fortaleza del Sur, la fortaleza mas grande que existía cerca de la frontera con Viento Oculto. Los Heldanar eran una raza guerrera y orgullosa que se dedicaba desde su origen a la guerra y a los saqueos contra los países vecinos sin ninguna piedad o escrúpulo. Para las demás naciones de Vizaldar las heladas estepas, bosques y montañas de Heldanar estaban aún sin civilizar. Las leyes de Heldanar aunque no estaban escritas en ningún códice, estaban basadas en una arraigada tradición supersticiosa, temerosa y a la vez encomendada al Viento del Norte, la Dama de la Escarcha, uno de los Cuatro Vientos o Nuevos Dioses.

Los mejores Guerreros de cada tribu representaban a su gente tanto en los consejos como en los campos de batalla, portando orgullosos poderosos, enormes y pesados mandobles llamados "Sajahielos". Una "Sajahielos" era el orgullo de la tribu y de la familia a la que pertenecía, una posesión que se legaba de generación en generación de padres a hijos hasta el final de los tiempos.

En cuanto a los Sabios, también representaban a las tribus Heldanar en un terreno menos común que la guerra, el saber. Los Heldanar no tenían costumbre de aprender a leer o a escribir así que la mayoría de la población vivía en el analfabetismo. En una cultura tan beligerante los libros son considerados una debilidad y las tradiciones de la sociedad Heldanar así como su religión se conservaban oralmente.Pero aún así los Antiguos Reyes y la Nobleza Hedanar necesitaban leer y escribir para poder administrar la nación y contactar con el exterior. Para ese propósito se fundo la Universidad Real Heldanar en las fronteras del Sur por parte de la nación de Viento Oculto y fue transferida a la Realeza Heldanar. Esta Universidad suplía al país de hombres cultos para ayudar en los asuntos de gobierno. Pero aún habiendo cursado estudios en ese centro un joven noble Heldanar no era completamente un miembro de la sociedad si no se había curtido en alguna batalla. El derecho a pertenecer a la sociedad Heldanar se ganaba con el acero, fuera cual fuera el puesto al que se aspiraba.

Allí estaban reunidos entonces el Consejo de Sabios con sus engalanadas túnicas y el Consejo de Guerreros con sus "Sajahielos" desenvainadas con la punta apoyada en el suelo y relucientes como el primer día. Todos los miembros portaban una Corona de Madera símbolo de la Nobleza Heldanar. La Corona de Acero era el símbolo del Rey, pero hacia décadas que ningún Rey gobernaba sobre Heldanar.

...

Cruak 'n' Chan busco a su padre entre los Guerreros y este le observo por un instante. Cruak era el menor de la familia de los O'Morrey y por extensión el ultimo en la linea de sucesión de su tribu.A los cinco años al dar pruebas de su valía fue destinado a la Universidad para que en su madurez sirviera a su hermano mayor y a sus descendientes. Pero el eligió otro camino, una vereda perdida en los bosques del tiempo cubierta por zarzas y matojos. El camino del Skald.

La figura del Skald (o Escaldo para los Sureños) se remontaba decenas de años atrás hasta la Edad de los Reyes Heldanar. Los Skald eran guerreros y poetas, hombres que se encargaban de entretener al Rey y a su corte con canciones y a su vez se enrolaban en las guerras para ganar gloria y fama al componer canciones sobre ellas. Eran una mezcla entre guerreros curtidos en mil batallas y remilgados bardos de la corte. La Edad de los Reyes paso y los Skald ya no tenían reyes a los que servir. Actualmente se dedicaban únicamente a servirse a si mismos.

Los Skalds de su generación eran una panda de bardos errantes descarados y pícaros pero fríos mercenarios en las épocas de guerra. A pocas tribus les interesaba la poesía, pero si las hazañas de sus antepasados, las canciones épicas, las canciones sobre los Dioses y un amplio abanico de mitos y tradiciones. Los Skald para desgracia de la sociedad Heldanar eran junto a los bardos vulgares y los ermitaños los guardianes del legado cultural Heldanar de forma oral. Ahora el estaba en ese Consejo como invitado de su padre para registrar cada hecho y cada detalle componer una canción sobre ese acontecimiento histórico.

...

Los testigos de las matanzas desfilaban uno tras otro. Todos relataban lo mismo. El Hombre Maldito vestido de Druida Sureño o Ermitaño de las Montañas acudía siempre al anochecer a los núcleos de población y el mismo iniciaba la masacre. Unos hablaban de magia Vantar, otros lo describían como una criatura oscura, otros como un cadáver animado y muy pocos como un Troll. A los pocos minutos de la aparición de esta criatura, hombre o lo que fuera aparecía en escena un ejercito poco numeroso que a cada avistamiento ganaba tamaño hasta convertirse en una gran horda. Hombres muertos, pálidos y con ojos rojos que no sentían dolor y se alimentaban de sangre, llegando al punto en el que algunos relataban que se mataban entre si.

Detrás de estas criaturas no quedaba nunca vida, todo era un baño de sangre y vísceras, cenizas y ruinas. Los pocos supervivientes (menos de veinte) habían sido guerreros lo suficientemente cobardes o inteligentes como para huir del lugar, algunos civiles que temblaban y lloraban y en casi siempre se meaban encima ante el terror del recuerdo y por ultimo emisarios que acudían a poblaciones cercanas sin saber que en esas tierras sus habitantes habían corrido ya su misma suerte anticipadamente. 

Cuando los testigos se retiraron y se cernió el silencio, el desconcierto y el miedo el Consejo habló. Llegaba el turno de la palabra a los Heraldos de las naciones vecinas y tras ello se retirarían a deliberar hasta el banquete de la siguiente noche. Todo el mundo esperaba aquel momento, la nación Heldanar quería saber si el resto de países acudían para dar respuesta a sus problemas ya que la situación era de pánico frió. El orgullo Heldanar y sus habituales y violentos saqueos a las naciones vecinas impedían a la nación solicitar ayuda o simplemente pensar en ello. Los Heraldos que llegaban, si es que lo hacían venían a demostrar el interés personal de su nación hacia el conflicto, casi todos relacionados con el comercio, pero ninguno relacionado con la guerra. Heldanar era un páramo yermo y helado al norte de Vizaldar y lejos de la civilización, algo que no quitaba el sueño a ningún politico Sureño pero si a multitud de comerciantes.

De esta forma Heldanar mantenía una lucha eterna con los elfos en las fronteras del sur con abundantes expediciones de saqueo.

También hacia las selvas de el pueblo de los Drendar, aunque no estaban tan acostumbrados a ese clima selvático por lo cual nunca se adentraban lo suficiente y no eran una amenaza a temer.

En el Sur estaba Viento Oculto, un reino que estaba inmerso en su propia Guerra Civil y que debía de olvidarse de los acuerdos comerciales entre las dos naciones y centrar sus fuerzas en apagar la revuelta si no querían desaparecer.

Aldar, la Nación del Recuerdo al Sur de Viento Oculto permanecía indiferente a lo que ocurriera en aquellas lejanas tierras, la mayor parte de la nobleza de Viento Oculto descendía de aquella nación. 

Los Heldanar parecían solos, no era nada que los afectara o intimidaba, ellos eran fríos y pacientes, orgullosos e independientes. Y era ese orgullo el que debatía a la nación Heldanar, necesitaban la ayuda pero no la querían. Fuera lo que fuera necesitaban oír de las bocas de los Heraldos los mensajes de las demás naciones, si estaban solos en esa contienda querían que ellos se lo dijeran a la cara. La tradición decía que solo los Hijos de la Dama del Norte tras su muerte festejaban eternamente en los banquetes de la Espita de las Lagrimas Congeladas junto a todo su linaje y los Héroes de su pueblo, no de un pueblo extranjero.

 La Guardia del Castillo dio entrada al primer Heraldo, un Heraldo de Viento Oculto. Cruak 'n' Chan O' Morrey volvió a incorporarse, debía de estar atento a todo, si lo hacía suyas serían las canciones de aquel día, suya la gloría y la fama compartida con la de aquel momento.

martes, 18 de octubre de 2011

Capitulo 1 MARCO BRACO (1)


MARCO BRACO

“La vida enseña, el tiempo recuerda.”
Proverbio Elfico.

El informe del suceso apenas presentaba detalles, rastros de actividades extrañas los llevaban a las afueras de una pequeña localización rural. Marco Braco como Alférez de la Guardia Real de Viento Oculto había realizado decenas de misiones de reconocimiento rutinarias como aquella, las mas peligrosas se trataban de pequeños contrabandistas o timbas ilegales de gente de baja estafa. Esa clase de gente no tenia ni una oportunidad si se media con la Guardia Real. Así pues Marco Braco decidió junto a cuatro de sus hombres ir a echar un vistazo a la zona en cuestión.

El sitio se trataba de una humilde choza que parecía estar habitada por una cuadrilla de temporeros de los viñedos locales.

Sus hombres entraron por la puerta y el tras ellos esgrimiendo una autorización de la Guardia Real para una inspección a fondo del local, aunque seguramente la mitad de esa gente, si no toda no sabría leerla. Los habitantes de aquella choza estaban en silencio y les observaban con miradas furtivas. El instinto de Marco le decía que había algo allí que olía muy mal. Al instante de su corazonada, después de haber cerrado la puerta para que nadie escapara, los rostros de aquellos hombres se diluyeron. Se transformaron en unos rostros reptilianos con grandes ojos negros, escamas en vez de piel y dos rasgados agujeros donde antes se encontraba su nariz. Casi sin tiempo a reaccionar o a desenvainar sus espadas, los Guardias Reales fueron atacados súbitamente.

Marco Braco sintió como una de aquellas criaturas se le abalanzó encima y calló al suelo de bruces, perdiendo el sentido. Lo demás era oscuridad y un fuerte dolor en la pierna como nunca había experimentado.


Despertó bañado en sudor en las tinieblas de la ya desarrollada noche. Su celda estaba a oscuras y sin ninguna rendija por donde entrara algún ápice de luz como siempre. Su pierna coja desde hacia muchos años seguía doliendole, pero la tranquilidad de la habilitación y su penumbra lo inquietaban hasta llevarlo al desvelo.

Marco se incorporo como pudo chorreando en sudor. Su cuerpo, un tapiz de cicatrices y algunos miembros amputados daba un cruel testimonio del tiempo y la lucha de su vida.

Cuando recobro la lucidez tras el sopor de la pesadilla anterior comprobó que todo seguía como hace días. Estaba en su celda, en las profundidades de unas cavernas en lo mas recognito de la Cordillera de Sable, en Viento Oculto, un país inmerso recientemente en su segunda Guerra Civil.

Marco había vivido la primera Guerra Civil aunque desde el exilio. Su modesta familia formada por una hilandera y un ex-guarda de caminos (profesión extinta a detrimento de la de Guardia Real mas modernizada) sacrifico una a una cada gota de sudor trabajado para que el pudiera estudiar la carrera universitaria como Juez o Experto en Leyes, en la modesta Universidad de Punta Umbría, su ciudad natal. Tras el levantamiento del Conde Ángelo y su llegada al trono como usurpador, su vida daría un giro radical, debería dejar el pergamino por la espada como decía un viejo dicho popular de su país. El ejercito podría obligarle a formar parte de sus filas como a muchos compañeros universitarios en aquellos tiempos de inseguridad y caos. Marco recibió el resto de los ahorros de su familia y marcho al exilio para buscarse la vida como caza-recompensas en el extranjero. Los comienzos le fueron difíciles , si, pero sus dotes de liderazgo e inteligencia le permitieron sobrevivir.

Tras dos años de Guerra Civil y sin apenas veinte años, Marco regreso a casa como un curtido mercenario al acabar el conflicto. Su tierra estaba en ruinas,reinaba el desorden y el hambre. Marco sintió la llamada del deber, abandono el país una vez, pero no podía hacerlo ahora que era cuando mas lo necesitaba, a la hora de levantarse de sus propias ruinas.

Un año después se convirtió tras su arduo trabajo en un joven miembro de la Guardia Real, para orgullo de su padre y demás familia. En esos momentos el solo tenía veinte años. Sus anteriores experiencias como mercenario le instruyeron en el combate y el saqueo y sus estudios en leyes, justicia y buen juicio. Ascendió a Alférez rápidamente.

Tras cinco años de servicio aconteció la emboscada Nazair que aún le quitaba el sueño en sus peores noches, casi una década después. El veneno Nazair paralizo su pierna de por vida, sus hombres murieron excepto el sargento que le salvo la vida, que pago con la locura el precio de haber presenciado aquella macabra y sangrienta carnicería. Marco por ello podía sentirse afortunado, sabia que la razón aún era una de sus mas importantes armas. El resto de heridas y cicatrices de Marco también tenían una historia que contar, pero ahora no quería recordarlas, así que se volvió a tumbar e intento conciliar el sueño.


Después de una noche de insomnio llego el día y con el una nueva visita. A su celda entró Julio Raizdorada, líder provisional, tras su indisposición, de la Resistencia fiel al Rey de Viento Oculto ante la invasión de aquella secta de aquellos Vantar corruptos. Julio a la luz de una vela que llevaba en la mano parecía mas demacrado que el. Las ojeras de su rostro hacían parecer que le llevaba ventaja en eso de pasar las noches sin dormir. Su trabajo era duro y sin descanso, Marco bien lo sabía.

– Buenas tardes Marco – Saludo –. Me han dicho que en tres días podrás volver a estar con nosotros. Venia a ver que tal estabas.

– Parece que mejor que tú Julio – Respondió Marco con una carcajada –.

– Nuestra tarea es demasiado pesada para tan pocas unidades, no se cuanto podremos aguantar esta guerra de desgaste.

– El que debe de no aguantar es el enemigo, recuerdalo. Hemos perdido casi todo pero aún nos queda luchar para recuperarlo.

– Hablaras por ti Marco, pero a mí mi familia me espera en Rebla... Como echo de menos a mi esposa y mis hijos, ojala pudiera, ojala...

– Ojala pudieras cruzar el país acabar con la rebelión y llegar hasta casa, ¿verdad?. Yo se lo que se siente, ya vivi en tu situación desde el exilio, hay que ser fuerte.

Julio desanimado intento zanjar la conversación pronto con escusas lo mas rápido que pudo para poder marchar de aquella celda. El cuerpo de Braco estaba herido pero no su voluntad, que estaba tan intacta como siempre a diferencia de la de Julio y el resto de tropas. Coincidía en que todos necesitaban esperanza y pronto.

Una vez que Julio marcho, la celda se quedo vaciá. Marco se quedo solo. Solo con una multitud de recuerdos.

lunes, 10 de octubre de 2011

Prólogo: Nieve y Sangre. Vizaldar Saga


PRÓLOGO
NIEVE Y SANGRE

Ya estaba atardeciendo en Puntaescarcha, un pequeño pueblo al norte del continente de Vizh. Y el sol se ponía en el horizonte como una luz anaranjada entre las escarpadas y altas montañas. La nieve lo cubría todo y el frió era tan intenso como siempre en esa época del año, solo los mas fuertes sobrevivían en esa tierra hostil, la caza, la pesca y la artesanía eran junto al escaso comercio la base de la economía de aquellos pueblos. Era fácil perderse por aquellos paramos donde no parecía haber ninguna vida salvo la del frió y la muerte. Cualquier persona podría fácilmente perderse por aquellas tierras y ser pasto de los lobos o de la helada muerte, pero no un Heldanar.

Las tribus de los Heldanar, considerados como incivilizados y salvajes por casi todo Vizh habían conseguido lo que posiblemente ninguna raza fuese capaz de hacer, adaptarse a ese inhóspito medio y subsistir de los pocos recursos que podían sacar de el. Y entre la nieve y la nada se dedicaban a la caza y la pesca. Raramente podían domesticar algún animal salvaje, ya que en esas condiciones el ganado no soportaba tan bajas temperaturas como sus propietarios. La agricultura era a su vez escasa por aquellos reinos y lo único que lograban sacar de la tierra eran bayas y otros frutos silvestres que escaseaban o eran comidos por otros animales. Debido a ello su dieta era carnivora y desarrollaron una gran maestría en el tratamiento de las pieles. Pero con casi toda seguridad la actividad mas rentable de los Heldanar era la guerra.

La jerarquía de las tribus de los Heldanar era militar. Los pueblos, aldeas y asentamientos estaban gobernados por una o varias tribus y su líder y sus hombres ejercían de autoridad absoluta, casi siempre con la ayuda del consejo de sabios y guerreros y la ayuda de la iracunda diosa del viento la Dama de la Escarcha. El orden en aquellas tierras se mantenía con la fuerza del acero y nunca había clemencia con los criminales y los ladrones.

Ulrik bajo de su canoa y comenzó a recoger sus aparejos de pesca. Debía de llegar a casa antes de que cayera la noche. El día de pesca había sido propicio y la temporada de pesca estaba a punto de finalizar. Solo había un detalle que escapaba a la comprensión de Ulrik, había encontrado un banco numeroso de peces muertos a contracorriente. Los animales solo mataban para comer, nunca por diversión. Pronto debería de bajar hacia la aldea de Puntaescarcha, donde desembocaba el Rió de la Montaña de la Noche a vender su pescado. En Puntaescarcha, Ulrik era considerado un ermitaño loco, por el simple hecho de habitar en aquella montaña que sus habitantes y sus ridículas leyendas tildaban de maldita. La familia de Ulrik era de Puntaescarcha y el había recibido una educación normal y corriente, pero prefería vivir solo y aislado.

Y es cuando Ulrik andaba absorto en sus pensamientos cuando vio la primera señal de que algo estaba apunto de acontecer. De un grupo de arboles cercano a su casa surgía un reguero de sangre que teñía de rojo la blanca nieve y proseguía en dirección a su cabaña de madera. Ulrik reacciono instintivamente y dejo sus aparejos de pesa y las presas entre la maleza con la esperanza de que ninguna alimaña diera buena cuenta de ellas. Desenvainó su cuchillo de caza y puso todos sus sentidos alerta, después de todo era un Heldanar. De constitución alta y robusta y sabia luchar si era necesario hasta la muerte con fiereza y furia. Contempló no sin bajar su guardia como de la chimenea de su cabaña surgía humo, señal de que alguien estaba dentro de ella.

La puerta estaba abierta y no tenia signos de estar forzada, Ulrik no tenia costumbre de cerrarla con llave. Ulrik se cubrió en una de las paredes de la cabaña y agazapado miro a través de una de las empañadas ventanas. La casa parecía estar como siempre, en orden, el único detalle que escapaba a aquella normalidad eran las llamas de la hoguera y un bulto ensangrentado, cubierto por lo que parecía una capa de piel como las que el estaba acostumbrado a fabricarse. Fuese quien fuese parecía que estaba a las puertas de la muerte y no opondría resistencia alguna. Toda la casa estaba en silencio, lo que podría decir que no había nadie mas dentro, por lo menos en movimiento.

Ulrik entro en la cabaña y siguió el rastro de sangre aun caliente hasta la chimenea. Nada mas ver aquel bulto confirmo sus sospechas, era un Heldanar medio muerto tirado al lado del fuego. Ulrik lo recostó delicadamente para poder contemplar su rostro, una vez lo hizo no pudo sino realizar una mueca de dolor. Aquel era Frederik Cuernos de Alce, un joven cazador hijo de un viejo amigo suyo que vivía en Puntaescarcha. Frederik solía realizar batidas de caza por la montaña en busca de alces y tenia fama de ser uno de los mejores cazadores de kilómetros a la redonda. El joven solo pudo articular unos cuantos balbuceos antes de morir en los brazos de Ulrik.

–Vienen desde la montaña... Quieren la sangre... Los Vantar...

Ulrik estaba aterrado al oír esas palabras, algo terrible se cernía sobre Puntaescarcha, algo maligno. Debía llegar a Puntaescarcha antes de que fuese tarde, atravesando a través de la noche que ya se asentaba sobre la montaña...


Guilerm Hacha Robusta hijo de Folker, líder de la tribu de los Hijos del Mar Helado y caudillo de Puntaescarcha veía desde la ventana de la casa de los escudos como se extendía la oscuridad de la noche en el exterior. Se había tenido que reunir junto al consejo de Sabios de la tribu ya que un extranjero había pedido audiencia. En circunstancias normales habría podido esperar, pero el extranjero no había venido a Puntaescarcha desde ningún camino conocido, había bajado directamente de la Montaña Maldita, donde salvo el ermitaño Ulrik, nadie tenia el valor de adentrarse demasiado.

El extranjero había pedido audiencia por un asunto de vital importancia para el pueblo. Los soldados que habían hablado con el decían que se había identificado como druida tenia la voz ronca y que no habían conseguido ver su rostro, ya que vestía una túnica negra y roja y una capucha que cubría su rostro.

Guilerm fijo su vista en el extraño druida que se erguía delante de el consejo sentado a su derecha y a su izquierda en una mesa larga. A sus espaldas se situaba la hoguera que ardía para dar calor a la cabaña, de modo que la única luz provenía de detrás de aquel individuo, haciéndole mas siniestro aun. El extranjero se apoyaba sobre un bastón de madera vieja y desgastada de color pálido en cuya punta colgaban unos huesos atados con cuerdas de algún animal salvaje, estaba ligeramente encorvado y parecía mirarles fijamente aunque no podían ver su rostro.

–¿Que es lo que le ha traído por nuestras tierras extranjero y cual es el asunto tan importante que ha de comunicarnos sin falta? Hemos tenido la amabilidad de recibirle a las puertas de la noche ya que ha tenido que pasar un duro viaje desde la montaña. Muestre su rostro y preséntese. Sea breve, es la hora de la cena y hasta aquí llega el olor de la comida de las cabañas de los alrededores.

Aquel extraño personaje no parecía inmutarse ante las palabras del jefe tribal. Pero reacciono enseguida en cuanto Guilerm menciono la hora de la cena. Simplemente hablo con rapidez. Su voz era tan ronca y fría como habían descrito los guardias. Sonaba como una corriente de aire pasando por una pequeña rendija.

–Es la hora de la cena, es la hora de la cena, es la hora de la cena– No paraba de repetir aquel extraño y espeluznante personaje. Sin inmutarse un ápice.

Toda la sala se quedo en silencio y un horrible temor invadió sus mentes. Nadie sabia donde había salido aquella sensación, pero era insoportable. Guilerm no pudo contener su terror y desenvaino su hacha. El extranjero mostraría algo de respeto o se lo haría pagar con creces. Cuando Guilerm se levanto de la silla y se subió en la mesa para abalanzarse sobre aquel irrespetuoso forastero, su cuerpo quedo completamente paralizado, como un tempano de hielo. Ya no corría sangre por sus venas sino litros de puro miedo y pánico.

El extranjero reaccionó sin prisa ante la acometida de aquel jefe tribal de poca monta, se quito la capucha y mostró su verdadero rostro. Un rostro que se asemejaba mas a el de una calavera que al de una persona viva, su cara pálida y sus facciones secas, sus ojos rojos y ardientes y su poderosa mandíbula y sus afilados dientes aun resultaban mas tétricos a la contraluz de la hoguera. Antes de que Guilerm descargara su hacha sobre ese ser, escucho algo que lo dejo helado. Aquella criatura produjo un grito desgarrador, un grito que helaba la sangre, un grito que dejo paralizada de terror a toda la sala. Nadie podía moverse presa del pánico, ni siquiera los fornidos guardias que custodiaban la puerta de la cabaña. Aquella cosa no era de este mundo.

De repente antes de que Guilerm pudiera reaccionar, la criatura se lanzo sobre el tirandole sobre su silla, la sangre manchaba toda la casa de los escudos como si de pintura se tratase, pronto empezaron a oírse los primeros gritos desgarradores de las gentes del pueblo, la matanza de Puntaescarcha había comenzado...


Ulrik estaba exhausto, no recordaba haber corrido tanto en toda su vida, el corazón parecía salirsele por la boca, le faltaba aire y tenia tanto calor como si fuera verano. Levanto la cabeza y comprendió que había llegado demasiado tarde. Ante sus ojos se encontraban las ruinas de Puntaescarcha, sus edificios de madera en llamas y las calles inundadas de sangre. Nunca se pudiera haber imaginado que viviría lo suficiente para ver una cosa como esta.

Sea lo que fuere lo que había producido ese caos, Ulrik tenia claro que no era humano. Debía estar alerta, tenia que cazar al culpable de aquella pesadilla y hacerle pagar con creces.

Conforme iba avanzando por las calles su cuerpo y su cabeza le pedían a gritos que huyera de ese terrorífico lugar, las calles bañadas en sangre estaban sembradas de cadáveres de reses muertas, algunas aun agonizantes, en lo que parecía un festín de entrañas. De repente no pudo contener sus ganas de vomitar al ver un cuerpo de un hombre tendido en el suelo y sin cabeza, parecía haber sido aplastada por algo.

Decidió finalmente salir de allí, pero algo se cruzo en su camino. Dos Heldanar fornidos caminaban por la calle portando dos grandes hachas de batalla. Sus cuerpos estaban cubiertos de sangre y sus ojos eran rojos, igual que la sangre que cubría sus rostros. Ulrik se apresuro en ocultarse en una casa cercana, su instinto le gritaba que debía de salir de allí, que esos dos hombres podían acabar con su vida fácilmente, que sus antiguas lecciones de lucha no le servirían para nada en aquella situación. Contemplo como los dos hombres cogían cada uno un cadáver como si fuesen tan ligeros como la tela y empezaban a discutir gritándose, como si no conocieran otra manera de hablar. Sus voces sonaban enfurecidas como si estuvieran enfadados por algo y eran graves como para infundir temor a cualquier hombre en sus cabales.

–¿Crees que estos cadáveres serán suficientes?– Le grito uno al otro.
–Creo que con sacrificar todo un pueblo sea suficiente para nuestro señor, pero yo volveré a comprobar que no haya nadie agonizando entre los escombros, no se porque diablos tenemos que hacer como si este maldito pueblo no hubiese existido nunca...
–Calla de una jodida vez y vayamos a la plaza estoy harto de oírte decir todos los días que no matas a la suficiente gente.

Ulrik reacciono cuando se alejaban aquellas dos alimañas, todos ellos estaban en la plaza de Puntaescarcha. Debía de ir allí y averiguar que estaba ocurriendo, después debería irse corriendo a alguna aldea cercana, con suerte estaría en ella dentro de 3 o 4 días si no se lo impedía el mal tiempo. Haciendo uso de sus habilidades de cazador, se deslizo entre las sombras sigilosamente, entre el fuego, la sangre y los escombros.

Llego a tiempo de ver como aquellos dos hombres depositaban los cadáveres en una gran pila de miembros amputados y personas mutiladas y desangradas. Debajo de todo ese montón de carne y huesos se encontrada la plaza de Puntaescarcha. Pero en aquel sitio no había ya ningún signo de vida, de compasión o de humanidad, solo un insoportable hedor y pánico fluía por el aire.

Ulrik contemplo como un hombre arrodillado vestido con una túnica negra, teñida con sangre no paraba de recitar una especie de cantares en una lengua desconocida para el. De repente alzo sus manos al suelo y mostró a los presentes dos trozos de hielo tan grandes como su mano, que comenzaron a brillar y teñirse de rojo y después los unió como si fueran una única pieza. Aquello no era normal, Ulrik había escuchado de pequeño historias sobre los Vantar, los últimos magos sobre Vizh. Se contaba que hace tiempo fueron personas normales, pero que sacrificaron parte de su alma para poder controlar la magia, se decía que eran poderosos y no tenían escrúpulos. Pero todo eso eran cuentos para asustar a los niños, leyendas antiguas sin sentido. Como que la montaña en la que habitaba estaba maldita y habitada por criaturas oscuras. Pero hoy no tenia mas remedio que temer, temer y correr, si quería seguir con vida.

El ser termino su ritual y se dirigió a los demás en una lengua que no conocía y cayo de repente y miro hacia donde se encontraba Ulrik

–Que no acabe la fiesta, aun hay un humano con vida entre nosotros.

Toda la gente que se agolpaba alrededor del Vantar se giro mirando hacia su posición, la escena del ritual del Vantar le había aterrado tanto que no había sido capaz de darse cuenta de su presencia, eran unos 100 hombres, pero su fuerza equivalía a 100 ejércitos. Ulrik sabia que era tarde, sabia que era el fin y que todo estaba perdido. Pronto el barquero conduciría su alma hasta el infierno. Era demasiado tarde para luchar. Su cabeza rodaba por los suelos segundos mas tarde. Ningún alma se encontraba sobre Puntaescarcha, había dejado de existir...

domingo, 9 de octubre de 2011

Vuelve la Saga Vizaldar

Después de casi un año dándole vueltas y meses reuniendo documentación, decidí continuar la Saga Vizaldar desde el principio, remasterizandola y terminandola. Mi primera Saga de Literatura Fantástica-Épica basada en el 1º Rol en Vivo de Vientos de Vizaldar.



Me he visto obligado a cambiar algunos detalles para adecuarme a la trama oficial para darle coherencia, ademas la numerosa documentación me ha servido para mejorar la calidad de la propia Saga y adecuarla totalmente a la filosofía del mundo de Vizaldar.

Cuando termine de escribir y publique mis tres primeros relatos de la Saga Vizaldar me comentaron muchas veces que mi estilo se asemejaba a Canción de Hielo y Fuego, una Saga Literaria de la que había oído hablar muy poco y ni había leído ni sabia de que iba. Pasó un año antes de que me enterase de que la adaptación de la serie a una serie de televisión. Vi la serie nada mas salir en V.O.S. y me encandilo, con lo cual decidí aplazar mis lecturas y leerme esta Saga (cuyo numero de paginas es bastante grande) y descubrí atónito que el estilo de George R.R. Martín coincidía mucho con el mio, estaba narrado a través de puntos de vista de varios personajes, pero cada capitulo era la narración desde un personaje, en cambio en mi estilo varios personajes narraban en pequeñas partes cada capitulo.

Influenciado por este estilo he decidido adaptar la Saga Vizaldar a un nuevo estilo de narración que convine dos cosas que hasta ahora me han gustado hacer, narrar desde las perspectivas de los personajes dando una versión parcial y subjetiva de la realidad y empezar cada capitulo por una cita como en la Saga Geralt de Rivia.

Con todo esto mas lo que se irá añadiendo por el camino confeccionare la nueva y mejorada Saga Vizaldar, este Lunes publicaré el Prologo


Échale un ojo a estos artículos...

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...