martes, 31 de mayo de 2011

Los Dioses que Heredamos - Capitulo 1

Prologo al Capitulo.
Aquí os traigo mi ultima creación en la que estoy trabajando (muy a trompicones eso si) últimamente. Se trata de una posible Saga de Ciencia-Ficción  y digo posible, puesto que este como muchos que encontrareis por el blog es un episodio piloto a la espera de cosechar una buena aceptación para seguir adelante.


De este modo os dejo ahora con el relato que espero que os guste, al ser episodio piloto espero vuestros comentarios, opiniones y sugerencias que a buen seguro me ayudaran a encauzar esta Saga.


Capitulo 1
"[...]Urbos es una cárcel sin sentido,
todo en ella a sido creado
para el poder de unos pocos.
No hay en ella esperanza,
ni vida, salvo para los que conocen la verdad.
Nadie que se considere humano 
puede ser ajeno a esta realidad [...]"
Manifiesto de Ocupación de Urbos, Colectivo de la Punta de Flecha.





Dicen los ancianos que hace mucho tiempo, la tierra era todo caos y destrucción, que el hombre era el mayor depredador y que todo lo destruía. En esos años en los que el hombre mataba a la tierra para seguir su senda de destrucción, los dioses, siempre piadosos y expectantes agotaron su amplia paciencia y decidieron bajar al mundo. Poco tuvieron que hacer mas que remover la ya enturbiada mente del hombre. Y llego el día del comienzo y el cielo salto en llamas y se quemo la tierra por la mano del hombre. Y el propio hombre renegó de su propia especie y pidió ayuda a los dioses, que desde el cielo les guiaron hacia un nuevo inicio...”

Viendo las caras de suma atención de los niños, el anciano paro. Efectuó una de esas pausas que siempre dan mas vida a los relatos, pausas que ayudan a digerirlos o a reflexionar sobre ellos. Pausas que enriquecen, crean expectación, pero no aburren, pausas que solo saben manejar los comunicadores expertos.

“Y así, gracias a los dioses, nuestros antepasados llegaron al Gran Río y aquí se asentaron, fundando Urbos y mucho antes de ello el Templo del Panteón y en el mas alto que ninguno, el altar del Dios Sol para protegernos desde las alturas siempre... ”

De nuevo pauso su relato el anciano narrador, pero esta vez la pausa era ya esperada por los niños con impaciencia por unos y con temor por otros tapándose las orejas con sus diminutas manos.

“Pero no todo es nuevas y alegrías en nuestra historia. Hubo y hay mucha gente que por el miedo y la locura se encomendó a los dioses, pero lo hicieron a los equivocados...El caos, la maldad y la oscuridad los consumieron. Estas gentes vieron a Urbos y su resplandeciente luz una amenaza para ellos o sus dioses y nos miraron con rabia y envidia planeando no muy lejos de aquí, hasta que un día atacaron...No es la historia del asedio de Urbos una historia para chiquillos y seguramente con ella os habrán aterrado vuestras madres o abuelas, pero contare que el cielo se oscureció y parecía todo perdido, la noche había ganado. Porque el sol se oculto y la noche apareció en mitad del día. Entonces el dios Sol bajo hacia el suelo y repartió justicia. Los hijos del caos se retiraron derrotados.”

Los niños recibieron con alegría el feliz final de aquella historia y con una sonrisa en el rostro escucharon acabar el relato.

“Y Urbos construyo alrededor suyo una gran muralla. Conforme Urbos crecía, creció volviéndose a amurallar mas y mas a su alrededor... ¡¡Y El Sol Triunfo sobre la oscuridad de los hijos del caos!!”

Los sonrientes niños escucharon el final y aplaudieron al anciano. ¡Viva el anciano Otar! ¡Larga vida al Dios Sol! Gritaban. El anciano sonriera también y contemplaba la sonrisa en el rostro de Kaen. Sabia que el un día también se sabría la historia de memoria y tendría que ocupar su lugar.


Los niños en tropel y montando gran algarabía huyeron por la puerta a sus casas, el sol estaba en lo mas alto y era la hora de la comida. Kaen solo pero no triste, sabiendo que ni familia ni techo le esperaban, reía con felicidad. El anciano Otar, como a muchos otros huérfanos antes y después que a el, se esforzaba para que al menos no le faltase un rico plato de comida al día.

– ¿Te ha gustado la historia Kaen? – Pregunto el anciano.

– Si, anciano Otar. Pero ya la he oído incontables veces, tantas que creería ser capaz de contarla yo mismo.

– De satisfacción me llenas Kaen. Se que eres un chico listo y un buen discípulo. Cinco años mas y estarás en el Templo del Sol...¿Quien sabe?, incluso podrías llegar a lo mas alto.

Kaen era feliz sabiendo que ese era su sueño, parecerse de mayor al anciano Otar y cuidar de los huérfanos de Urbos.

– Pero de momento Kaen, debemos comer para estar fuertes, encargate de encender la cocina mientras salgo a hacer algunos recados.

Kaen se escapo corriendo al cuarto de al lado, donde se encontraba el almacén de la leña, lleno de ella, de arena, polvo y alguna que otra araña de las que Kaen huía.

El anciano Otar se echo una túnica a los hombros y se dispuso a salir, pero alguien había esperándolo fuera y al parecer por la mueca de terror del anciano eran caras conocidas.


– ¡Tu! ¡Tu! ¡Tu estabas muerto! – dijo con furia señalando a uno de los personajes que bloqueaban la salida al anciano.

– ¿En serio? – contesto una voz mas grave. – No preocupes, pronto lo estarás tu.

– Hijos del Caos sois unos asesinos sin escrúpulos, el Dios del Sol os castigara...

– Calla y deja de decir estupideces. Padre Mont. Ni tu viejo Dios te salvo ni estos lo harán ahora, sois la escoria del antiguo y del viejo mundo y seréis eliminados.

– Toda aquella vida fue borrada por el cataclismo. La tuya por lo visto no. Podéis matarme, pero yo soy un hombre nuevo. Los huérfanos a los que cuido y los habitantes de Urbos que lleno con mi ejemplo me echaran de menos. Por ellos si hace falta pagare con mi vida.

– ¡Falso impostor de mierda! ¡Sacerdote del demonio! Urbos es la encarnación del mal en la tierra y también sera aniquilada. La justicia ha llegado y ahora vas a pagar por todos tus pecados, por todas las vidas que arrasasteis tu y los tuyos, la prisión de Urbos arderá y vuestras mentiras con ella.

– ¡Jajaja! ¿Justicia dices? ¿Justicia manchada de sangre? Si he de purgar mis pecados con sangre tu segirás mi camino después de mi y caerás hacia los infiernos. ¿Acaso no eres ya uno de los nuestros Mortis?

– ¡¡Muere asqueroso embustero de mierda!! No oses compararte conmigo, tengo la conciencia mas limpia de lo que tu has podido tenerla en la vida.

– Te equivocaste de bando bastardo asesino, no hay esperanza ni para ti ni para Urbos ni para nadie... – Y esas ahogadas palabras cargadas de ira son las ultimas que oyó pronunciar al anciano Otar, que no parecía ser lo que era, si no el actor principal de una terrible pesadilla.

Y como en una terrible pesadilla, el miedo recorrió el cuerpo de Kaen y sintió como la vejiga le fallaba y le temblaban las piernas, cuando por el sudor de sus manos el hacha de cortar la leña resbalo de sus manos hacia el suelo con un sordo ruido.

Al segundo una segunda voz respondió.

– Mortis, parece que no estamos solos... ¿No hueles ese asqueroso olor...?Un momento, ¿que ha sido ese ruido?

Lo siguiente que recordaba Kaen eran dos siluetas altas, una de ellas le propino un golpe seco, y de repente Kaen se sumió en la mas completa tiniebla, eso si una oscuridad libre de miedo.

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