MARCO BRACO
“La vida enseña, el tiempo recuerda.”
Proverbio Elfico.
El informe del suceso apenas presentaba detalles, rastros de actividades extrañas los llevaban a las afueras de una pequeña localización rural. Marco Braco como Alférez de la Guardia Real de Viento Oculto había realizado decenas de misiones de reconocimiento rutinarias como aquella, las mas peligrosas se trataban de pequeños contrabandistas o timbas ilegales de gente de baja estafa. Esa clase de gente no tenia ni una oportunidad si se media con la Guardia Real. Así pues Marco Braco decidió junto a cuatro de sus hombres ir a echar un vistazo a la zona en cuestión.
El sitio se trataba de una humilde choza que parecía estar habitada por una cuadrilla de temporeros de los viñedos locales.
Sus hombres entraron por la puerta y el tras ellos esgrimiendo una autorización de la Guardia Real para una inspección a fondo del local, aunque seguramente la mitad de esa gente, si no toda no sabría leerla. Los habitantes de aquella choza estaban en silencio y les observaban con miradas furtivas. El instinto de Marco le decía que había algo allí que olía muy mal. Al instante de su corazonada, después de haber cerrado la puerta para que nadie escapara, los rostros de aquellos hombres se diluyeron. Se transformaron en unos rostros reptilianos con grandes ojos negros, escamas en vez de piel y dos rasgados agujeros donde antes se encontraba su nariz. Casi sin tiempo a reaccionar o a desenvainar sus espadas, los Guardias Reales fueron atacados súbitamente.
Marco Braco sintió como una de aquellas criaturas se le abalanzó encima y calló al suelo de bruces, perdiendo el sentido. Lo demás era oscuridad y un fuerte dolor en la pierna como nunca había experimentado.
…
Despertó bañado en sudor en las tinieblas de la ya desarrollada noche. Su celda estaba a oscuras y sin ninguna rendija por donde entrara algún ápice de luz como siempre. Su pierna coja desde hacia muchos años seguía doliendole, pero la tranquilidad de la habilitación y su penumbra lo inquietaban hasta llevarlo al desvelo.
Marco se incorporo como pudo chorreando en sudor. Su cuerpo, un tapiz de cicatrices y algunos miembros amputados daba un cruel testimonio del tiempo y la lucha de su vida.
Cuando recobro la lucidez tras el sopor de la pesadilla anterior comprobó que todo seguía como hace días. Estaba en su celda, en las profundidades de unas cavernas en lo mas recognito de la Cordillera de Sable, en Viento Oculto, un país inmerso recientemente en su segunda Guerra Civil.
Marco había vivido la primera Guerra Civil aunque desde el exilio. Su modesta familia formada por una hilandera y un ex-guarda de caminos (profesión extinta a detrimento de la de Guardia Real mas modernizada) sacrifico una a una cada gota de sudor trabajado para que el pudiera estudiar la carrera universitaria como Juez o Experto en Leyes, en la modesta Universidad de Punta Umbría, su ciudad natal. Tras el levantamiento del Conde Ángelo y su llegada al trono como usurpador, su vida daría un giro radical, debería dejar el pergamino por la espada como decía un viejo dicho popular de su país. El ejercito podría obligarle a formar parte de sus filas como a muchos compañeros universitarios en aquellos tiempos de inseguridad y caos. Marco recibió el resto de los ahorros de su familia y marcho al exilio para buscarse la vida como caza-recompensas en el extranjero. Los comienzos le fueron difíciles , si, pero sus dotes de liderazgo e inteligencia le permitieron sobrevivir.
Tras dos años de Guerra Civil y sin apenas veinte años, Marco regreso a casa como un curtido mercenario al acabar el conflicto. Su tierra estaba en ruinas,reinaba el desorden y el hambre. Marco sintió la llamada del deber, abandono el país una vez, pero no podía hacerlo ahora que era cuando mas lo necesitaba, a la hora de levantarse de sus propias ruinas.
Un año después se convirtió tras su arduo trabajo en un joven miembro de la Guardia Real, para orgullo de su padre y demás familia. En esos momentos el solo tenía veinte años. Sus anteriores experiencias como mercenario le instruyeron en el combate y el saqueo y sus estudios en leyes, justicia y buen juicio. Ascendió a Alférez rápidamente.
Tras cinco años de servicio aconteció la emboscada Nazair que aún le quitaba el sueño en sus peores noches, casi una década después. El veneno Nazair paralizo su pierna de por vida, sus hombres murieron excepto el sargento que le salvo la vida, que pago con la locura el precio de haber presenciado aquella macabra y sangrienta carnicería. Marco por ello podía sentirse afortunado, sabia que la razón aún era una de sus mas importantes armas. El resto de heridas y cicatrices de Marco también tenían una historia que contar, pero ahora no quería recordarlas, así que se volvió a tumbar e intento conciliar el sueño.
…
Después de una noche de insomnio llego el día y con el una nueva visita. A su celda entró Julio Raizdorada, líder provisional, tras su indisposición, de la Resistencia fiel al Rey de Viento Oculto ante la invasión de aquella secta de aquellos Vantar corruptos. Julio a la luz de una vela que llevaba en la mano parecía mas demacrado que el. Las ojeras de su rostro hacían parecer que le llevaba ventaja en eso de pasar las noches sin dormir. Su trabajo era duro y sin descanso, Marco bien lo sabía.
– Buenas tardes Marco – Saludo –. Me han dicho que en tres días podrás volver a estar con nosotros. Venia a ver que tal estabas.
– Parece que mejor que tú Julio – Respondió Marco con una carcajada –.
– Nuestra tarea es demasiado pesada para tan pocas unidades, no se cuanto podremos aguantar esta guerra de desgaste.
– El que debe de no aguantar es el enemigo, recuerdalo. Hemos perdido casi todo pero aún nos queda luchar para recuperarlo.
– Hablaras por ti Marco, pero a mí mi familia me espera en Rebla... Como echo de menos a mi esposa y mis hijos, ojala pudiera, ojala...
– Ojala pudieras cruzar el país acabar con la rebelión y llegar hasta casa, ¿verdad?. Yo se lo que se siente, ya vivi en tu situación desde el exilio, hay que ser fuerte.
Julio desanimado intento zanjar la conversación pronto con escusas lo mas rápido que pudo para poder marchar de aquella celda. El cuerpo de Braco estaba herido pero no su voluntad, que estaba tan intacta como siempre a diferencia de la de Julio y el resto de tropas. Coincidía en que todos necesitaban esperanza y pronto.
Una vez que Julio marcho, la celda se quedo vaciá. Marco se quedo solo. Solo con una multitud de recuerdos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario