"Los únicos huesos que se entierran en las criptas
de los Heldanar son sus armaduras.Sus cuerpos
llacen en lo alto de las montañas, consumiéndose
por el frio de la Dama del Norte. Con ella se reúnen
en el palacio de la Espita de las Lagrimas Congeladas,
desnudos, tal y como Ella los creó."
Semptentrio Heldanar Codicis.
Leo Pelayo, Cronista de Real de Viento Oculto.
Cruak 'n' Morrey apoyaba el peso de su cuerpo en una pierna después en otra y suspiraba para sus adentros. Llevaba mas de una hora de pie en la sala de audiencias entre el resto de la nobleza de las tribus Heldanar. Se había declarado la guerra apenas unos días antes, pero a diferencia de su país vecino, Viento Oculto, esta no era una guerra civil, si no una guerra contra una amenaza externa, que avanzaba sin piedad acabando con villas y aldeas enteros. Los Heldanar ya le llamaban "El Ejercito de la Sangre" y huían despavoridos hacia las fronteras.
Hacia cientos de años que no se coronaba a un rey Heldanar, para que gobernara sobre todas las tribus Heldanar y hacía también décadas que el Consejo de Guerreros y el Consejo de Sabios no se reunía. Estos dos últimos órganos de la sociedad Heldanar consideraban mas prioritario actuar para salvaguardar la nación en este estado de excepción que coronar a un rey en medio de la destrucción. Las coronas podían esperar Heldanar no.
El consejo se reunió en la Fortaleza del Sur, la fortaleza mas grande que existía cerca de la frontera con Viento Oculto. Los Heldanar eran una raza guerrera y orgullosa que se dedicaba desde su origen a la guerra y a los saqueos contra los países vecinos sin ninguna piedad o escrúpulo. Para las demás naciones de Vizaldar las heladas estepas, bosques y montañas de Heldanar estaban aún sin civilizar. Las leyes de Heldanar aunque no estaban escritas en ningún códice, estaban basadas en una arraigada tradición supersticiosa, temerosa y a la vez encomendada al Viento del Norte, la Dama de la Escarcha, uno de los Cuatro Vientos o Nuevos Dioses.
Los mejores Guerreros de cada tribu representaban a su gente tanto en los consejos como en los campos de batalla, portando orgullosos poderosos, enormes y pesados mandobles llamados "Sajahielos". Una "Sajahielos" era el orgullo de la tribu y de la familia a la que pertenecía, una posesión que se legaba de generación en generación de padres a hijos hasta el final de los tiempos.
En cuanto a los Sabios, también representaban a las tribus Heldanar en un terreno menos común que la guerra, el saber. Los Heldanar no tenían costumbre de aprender a leer o a escribir así que la mayoría de la población vivía en el analfabetismo. En una cultura tan beligerante los libros son considerados una debilidad y las tradiciones de la sociedad Heldanar así como su religión se conservaban oralmente.Pero aún así los Antiguos Reyes y la Nobleza Hedanar necesitaban leer y escribir para poder administrar la nación y contactar con el exterior. Para ese propósito se fundo la Universidad Real Heldanar en las fronteras del Sur por parte de la nación de Viento Oculto y fue transferida a la Realeza Heldanar. Esta Universidad suplía al país de hombres cultos para ayudar en los asuntos de gobierno. Pero aún habiendo cursado estudios en ese centro un joven noble Heldanar no era completamente un miembro de la sociedad si no se había curtido en alguna batalla. El derecho a pertenecer a la sociedad Heldanar se ganaba con el acero, fuera cual fuera el puesto al que se aspiraba.
El consejo se reunió en la Fortaleza del Sur, la fortaleza mas grande que existía cerca de la frontera con Viento Oculto. Los Heldanar eran una raza guerrera y orgullosa que se dedicaba desde su origen a la guerra y a los saqueos contra los países vecinos sin ninguna piedad o escrúpulo. Para las demás naciones de Vizaldar las heladas estepas, bosques y montañas de Heldanar estaban aún sin civilizar. Las leyes de Heldanar aunque no estaban escritas en ningún códice, estaban basadas en una arraigada tradición supersticiosa, temerosa y a la vez encomendada al Viento del Norte, la Dama de la Escarcha, uno de los Cuatro Vientos o Nuevos Dioses.
Los mejores Guerreros de cada tribu representaban a su gente tanto en los consejos como en los campos de batalla, portando orgullosos poderosos, enormes y pesados mandobles llamados "Sajahielos". Una "Sajahielos" era el orgullo de la tribu y de la familia a la que pertenecía, una posesión que se legaba de generación en generación de padres a hijos hasta el final de los tiempos.
En cuanto a los Sabios, también representaban a las tribus Heldanar en un terreno menos común que la guerra, el saber. Los Heldanar no tenían costumbre de aprender a leer o a escribir así que la mayoría de la población vivía en el analfabetismo. En una cultura tan beligerante los libros son considerados una debilidad y las tradiciones de la sociedad Heldanar así como su religión se conservaban oralmente.Pero aún así los Antiguos Reyes y la Nobleza Hedanar necesitaban leer y escribir para poder administrar la nación y contactar con el exterior. Para ese propósito se fundo la Universidad Real Heldanar en las fronteras del Sur por parte de la nación de Viento Oculto y fue transferida a la Realeza Heldanar. Esta Universidad suplía al país de hombres cultos para ayudar en los asuntos de gobierno. Pero aún habiendo cursado estudios en ese centro un joven noble Heldanar no era completamente un miembro de la sociedad si no se había curtido en alguna batalla. El derecho a pertenecer a la sociedad Heldanar se ganaba con el acero, fuera cual fuera el puesto al que se aspiraba.
Allí estaban reunidos entonces el Consejo de Sabios con sus engalanadas túnicas y el Consejo de Guerreros con sus "Sajahielos" desenvainadas con la punta apoyada en el suelo y relucientes como el primer día. Todos los miembros portaban una Corona de Madera símbolo de la Nobleza Heldanar. La Corona de Acero era el símbolo del Rey, pero hacia décadas que ningún Rey gobernaba sobre Heldanar.
...
Cruak 'n' Chan busco a su padre entre los Guerreros y este le observo por un instante. Cruak era el menor de la familia de los O'Morrey y por extensión el ultimo en la linea de sucesión de su tribu.A los cinco años al dar pruebas de su valía fue destinado a la Universidad para que en su madurez sirviera a su hermano mayor y a sus descendientes. Pero el eligió otro camino, una vereda perdida en los bosques del tiempo cubierta por zarzas y matojos. El camino del Skald.
La figura del Skald (o Escaldo para los Sureños) se remontaba decenas de años atrás hasta la Edad de los Reyes Heldanar. Los Skald eran guerreros y poetas, hombres que se encargaban de entretener al Rey y a su corte con canciones y a su vez se enrolaban en las guerras para ganar gloria y fama al componer canciones sobre ellas. Eran una mezcla entre guerreros curtidos en mil batallas y remilgados bardos de la corte. La Edad de los Reyes paso y los Skald ya no tenían reyes a los que servir. Actualmente se dedicaban únicamente a servirse a si mismos.
Los Skalds de su generación eran una panda de bardos errantes descarados y pícaros pero fríos mercenarios en las épocas de guerra. A pocas tribus les interesaba la poesía, pero si las hazañas de sus antepasados, las canciones épicas, las canciones sobre los Dioses y un amplio abanico de mitos y tradiciones. Los Skald para desgracia de la sociedad Heldanar eran junto a los bardos vulgares y los ermitaños los guardianes del legado cultural Heldanar de forma oral. Ahora el estaba en ese Consejo como invitado de su padre para registrar cada hecho y cada detalle componer una canción sobre ese acontecimiento histórico.
...
Los testigos de las matanzas desfilaban uno tras otro. Todos relataban lo mismo. El Hombre Maldito vestido de Druida Sureño o Ermitaño de las Montañas acudía siempre al anochecer a los núcleos de población y el mismo iniciaba la masacre. Unos hablaban de magia Vantar, otros lo describían como una criatura oscura, otros como un cadáver animado y muy pocos como un Troll. A los pocos minutos de la aparición de esta criatura, hombre o lo que fuera aparecía en escena un ejercito poco numeroso que a cada avistamiento ganaba tamaño hasta convertirse en una gran horda. Hombres muertos, pálidos y con ojos rojos que no sentían dolor y se alimentaban de sangre, llegando al punto en el que algunos relataban que se mataban entre si.
Detrás de estas criaturas no quedaba nunca vida, todo era un baño de sangre y vísceras, cenizas y ruinas. Los pocos supervivientes (menos de veinte) habían sido guerreros lo suficientemente cobardes o inteligentes como para huir del lugar, algunos civiles que temblaban y lloraban y en casi siempre se meaban encima ante el terror del recuerdo y por ultimo emisarios que acudían a poblaciones cercanas sin saber que en esas tierras sus habitantes habían corrido ya su misma suerte anticipadamente.
Cuando los testigos se retiraron y se cernió el silencio, el desconcierto y el miedo el Consejo habló. Llegaba el turno de la palabra a los Heraldos de las naciones vecinas y tras ello se retirarían a deliberar hasta el banquete de la siguiente noche. Todo el mundo esperaba aquel momento, la nación Heldanar quería saber si el resto de países acudían para dar respuesta a sus problemas ya que la situación era de pánico frió. El orgullo Heldanar y sus habituales y violentos saqueos a las naciones vecinas impedían a la nación solicitar ayuda o simplemente pensar en ello. Los Heraldos que llegaban, si es que lo hacían venían a demostrar el interés personal de su nación hacia el conflicto, casi todos relacionados con el comercio, pero ninguno relacionado con la guerra. Heldanar era un páramo yermo y helado al norte de Vizaldar y lejos de la civilización, algo que no quitaba el sueño a ningún politico Sureño pero si a multitud de comerciantes.
De esta forma Heldanar mantenía una lucha eterna con los elfos en las fronteras del sur con abundantes expediciones de saqueo.
También hacia las selvas de el pueblo de los Drendar, aunque no estaban tan acostumbrados a ese clima selvático por lo cual nunca se adentraban lo suficiente y no eran una amenaza a temer.
En el Sur estaba Viento Oculto, un reino que estaba inmerso en su propia Guerra Civil y que debía de olvidarse de los acuerdos comerciales entre las dos naciones y centrar sus fuerzas en apagar la revuelta si no querían desaparecer.
Aldar, la Nación del Recuerdo al Sur de Viento Oculto permanecía indiferente a lo que ocurriera en aquellas lejanas tierras, la mayor parte de la nobleza de Viento Oculto descendía de aquella nación.
Los Heldanar parecían solos, no era nada que los afectara o intimidaba, ellos eran fríos y pacientes, orgullosos e independientes. Y era ese orgullo el que debatía a la nación Heldanar, necesitaban la ayuda pero no la querían. Fuera lo que fuera necesitaban oír de las bocas de los Heraldos los mensajes de las demás naciones, si estaban solos en esa contienda querían que ellos se lo dijeran a la cara. La tradición decía que solo los Hijos de la Dama del Norte tras su muerte festejaban eternamente en los banquetes de la Espita de las Lagrimas Congeladas junto a todo su linaje y los Héroes de su pueblo, no de un pueblo extranjero.
La Guardia del Castillo dio entrada al primer Heraldo, un Heraldo de Viento Oculto. Cruak 'n' Chan O' Morrey volvió a incorporarse, debía de estar atento a todo, si lo hacía suyas serían las canciones de aquel día, suya la gloría y la fama compartida con la de aquel momento.
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